Los investigadores médicos están prestando cada vez más atención a lo que ocurre entre las personas que tienen cáncer y hacen ejercicio. Ahora una investigación realizada en Dinamarca quiere entender lo que ocurre específicamente en el caso de los hombres que se están recuperando de un cáncer de próstata.
El estudio
Es un estudio piloto (es decir, preliminar y de pequeña escala) en donde sólo participaron 19 hombres con cáncer de próstata. Algunos de ellos habían sufrido una prostatectomía (es decir, se les había extirpado parte de la próstata porque el cáncer era agresivo). A un grupo de ellos se les pidió que hicieran rutinas de ejercicios durante 6 meses, tres veces por semana durante 45 minutos en cada sesión. El ejercicio debía ser de cierta intensidad y consistía en caminar trechos largos, correr, remar, nadar o andar en bicicleta. A otro grupo no se les pidió ningún cambio en su estilo de vida. Durante el estudio los miembros de ambos grupos eran sometidos a análisis de sangre.
¿Por qué analizaban la sangre? los investigadores querían conocer cómo variaban los niveles de una proteína llamada PSA (o antígeno prostático específico), que se produce en las células de la próstata y que suele aumentar a medida que el cáncer reaparece o se vuelve más avanzado.
Las conclusiones
La cantidad de PSA en la sangre de los pacientes que no habían hecho ejercicio se duplicó en 28 meses. Pero en la sangre de los que sí hicieron ejercicio se demoró 76 meses en duplicarse. Es decir, los marcadores del cáncer habían avanzado tres veces más lento en el grupo de los que hicieron ejercicio. O dicho de otra manera, el ejercicio había ayudado a frenarlo. No lo había detenido pero si había disminuido su velocidad de avance. Por supuesto hubo otros beneficios: Pérdida de grasa, mejores niveles de triglicéridos en la sangre, etc.
Si bien este estudio sigue siendo preliminar (pues hay muchos factores que no se han medido y que podrían haber influido en los resultados) es coherente con lo que otros estudios están encontrando. Investigaciones con más participantes y más duración podrían probar en unos cuantos años hasta qué punto el ejercicio puede ser la gran esperanza de los que sufren cáncer.
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